Sábado, 22 de diciembre de 2012
Después de 500 años, en la Catedral de Valencia se ha vuelto a escuchar a La Sibila (mujer sabia, en una de sus acepciones) mientras que la de Barcelona recupera la suya.
En la antigua Grecia las sibilas eran sacerdotisas del templo de Apolo, videntes a través de las cuales los dioses hablaban.
«En Roma adquirieron mucha fama y prestigio al punto de que en el judaísmo y en el cristianismo se utilizaban sibilas para difundir profecías falsas sobre el advenimiento del monoteísmo». «El texto de La Sibila que conocemos, en el que anuncia el final de los tiempos, es un acróstico con las palabras: Jesucristo, hijo del dios verdadero», explica a BBC Mundo Maricarmen Gómez, catedrática de música antigua de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El personaje terminó adaptándose al cristianismo por su analogía con el Juicio Final y por la mirada de San Agustín sobre una de ellas, La Sibila de Eritrea, un personaje que incluyó en la obra la Ciudad de Dios.
Niños comenzaron a encarnar a la pitonisa ante la imposibilidad de que las mujeres participaran en los actos litúrgicos.»Se elegía a un niño o niña, a un personaje inocente, con un objetivo claro: La Sibila dice la verdad», apunta Gómez.
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
Durante siglos el canto se representó en latín y luego se hicieron adaptaciones en otras lenguas como el catalán, de las pocas que se conservan.
Salvo en algunos templos de Mallorca (España) y Alguero (Cerdeña, Italia), antiguos territorios catalonoparlantes de la Corona de Aragón, su canto y su puesta en escena desaparecieron después de que el Concilio de Trento (1545-1563) lo prohibiera.
En 2010 la Unesco declaró ambas tradiciones como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
«La Sibila está en el origen de las representanciones navideñas. Era un acto paralitúrgico con mucha afluencia que se celebraba antes de la misa de gallo del 24 de diciembre».
«Tenía un función adoctrinadora: se anunciaba el juicio final para todos y después la llegada del Mesías. Eran espectáculos teatrales que el concilio prohibió porque la gente asistía más a ellos que a la propia liturgia», comenta a BBC Mundo Carles Magraner, director musical del grupo de música antigua Capella de Ministrers.
Cerca de Valencia se conserva uno de esos actos paralitúrgicos, el Misterio de Elche (sobre la Asunción de la Virgen María), que sobrevivió al Concilio de Trento y que viene celebrándose ininterrumpidamente desde el siglo XV.
El grupo de música antigua Capella de Ministrers recuperó la música y los textos de la La Sibila.
Capella de Ministrers y la organización de la catedral de Valencia reconstruyeron la tradición de La Sibila con los textos y la música de la época, para ello fabricaron los instrumentos (laúd, organeto, salterio) de los ángeles renacentistas que hace poco fueron descubiertos por azar debajo del altar mayor después de cinco siglos ocultos.
«Valencia era una de las ciudades más importantes del siglo XV, fue nuestro Siglo de Oro. Y La Sibila sería como nuestra ópera», apunta Magraner.
El mensaje de La Sibila
«Los morts ressucitarán. Dalt dels cels davallará Jesuchrist, y es mostrará en lo vall de Josaphat hon será tot hom jutjat. Portará cascu escrit en lo front àl seu despit les obres que haurá fet, don haurá cascu son dret. (Los muertos resucitarán. De los cielos descenderá Jesucristo y aparecerá en el valle de Josaphat donde cada hombre será juzgado. Cada uno llevará escrito en la frente las obras que ha hecho)».
Es lo que canta un infante en catalán antiguo, La Sibila, después de que varios personajes de la antigüedad como San Juan Bautista, Moisés, Virgilio o Nabucudonosor desfilan en la catedral de Valencia para dar fe de sus vaticinios.
En la catedral de Palma de Mallorca volverá a escucharse el canto de La Sibila.
El canto volverá a escucharse este 24 de diciembre en diferentes templos de Mallorca (incluída la catedral de Palma), Alguero y pueblos valencianos como Onteniente.
«Hemos tenido cuatro episodios significativos con la idea del fin del mundo. El final del primer milenio, la Peste Negra en el siglo XIV, el año 2000 cuando pensábamos que iba a producirse un caos informático y las recientes profecías mayas».
«Son manifestaciones que no dejan de tener un vínculo con la sociedad de su momento, con lo que vive», comenta Magraner.
«En el caso de La Sibila», apunta la catedrática Gómez, «no se suprimió después del año 1000, continuó. Para los predicadores siempre ha sido un buen instrumento asustar a la gente».
«A lo largo de la historia hay muchos momentos en los que se ha dado la sensación de estar inmerso en una época decadente que está en crisis, que se acaba. Es algo consustancial al ser humano».
Cuando La Sibila regresó a Valencia, el templo se llenó como si realmente se anunciara el fin del mundo y las campanas sonaron como lo habían hecho desde el Concilio de Trento. En la catedral se guarda uno de los tres posibles Santos griales que el Vaticano reconoce que pudo haber estado en la última cena de Jesucristo.